Ya sabéis, soy un señor mayor, con cosas de señor mayor. Parafraseando a la serie de dibujos animados South Park; hijos de fruta, han matado a mi camiseta de AC/DC, que llevaba más de veinte años conmigo. La compré por catálogo en una tienda heavy-rock de Madrid, tarde más de un mes en recibirla, y la pagué a contra rembolso, dejándome un pastizal. Me hizo el hombre más feliz del mundo y la disfruté muchísimo hasta que el otro día la extraje de la secadora hecha un guiñapo, sin dibujos y más agujereada que un colador. Descanse en paz.
Y de que quién fue la culpa, no de la secadora, por supuesto que no, es culpa de la obsolescencia programada y de la ecología. Como ya tengo edad y ni un pelo de listo, puedo decir que todos los productos con electrónica, que es el campo en el que trabajo, están programados para que fallen. Desde un simple pendrive hasta la placa base de un ordenador, pasando por una pantalla LCD o una Tablet de última generación. Todos los productos han sido diseñados para que fallen a los dos años aproximadamente, otros los programan, como los discos duros o los monitores, para que fallen a un numero de usos. Justo para cuando se quedan sin garantía. Podría hablar de multitud de casos personales, y seguro que el que lea esto me puede recomendar miles de productos que fallan.
Pero lo curioso es a que la secadora se le fue la placa base pasados dos meses de su garantía. Era una secadora de marca desconocida, la más barata del mercado, aceptaba todo tipo de ropa y en menos de una hora me la secaba toda, sin distinguir entre algodón, lana, fibra o vete usted a saber qué tejido. Entonces yo voy y me compro otra, muy concienciado, una carísima que es ecológica en el panfleto, de buena marca, esto es que gasta menos energía y consume menos, pero hay que separar la ropa por tipos, pues lleva decenas de programas. Y un tipo listo como yo, va y la mete toda junta. Total, como no seca, subo el tiempo de los programas y ahora para secar la colada tardo como tres horas. Queda claro que la ropa no solo no sale seca sino hecha jirones.
Es un hecho que los técnicos de reparación de aparatos electrónicos son una especie en extinción. Pues ahora el valor de reparación, comprar las piezas más la mano de obra excede en la mayoría de los casos el valor de compra del producto nuevo. Y todos tan contentos. Cuando se rompe un electrodoméstico lo sustituimos por otro mucho más caro con la misma garantía de que se va romper cuando expire la misma. Y para darle más morbo a la compra decimos que somos ecológicos porque el producto ahorra energía, gasta menos, o simplemente está hecho de heces reciclables.
Todo un gran invento de nuestro sistema consumista; por un lado, me predican que recicle, que no gaste bolsas de plástico, que no consuma gasoil, y por otro, que cuando algo se rompa, lo tire y compre otro nuevo. Bueno no todo es malo, puedo decir que he estrenado más televisiones, microondas, batidoras, secadoras, lavadoras… que mis padres. Mi padre después de quince años, dos sustituciones de tubo y varias reparaciones menores, cambio la tele en blanco y negro por la de color, que terminé tirando yo funcionando, para poner otra panorámica, extraplana y con internet, que solo ha durado un par de añitos. Y si os cuento de la lavadora de mis padres…, pero eso es otra historia.
Y como soy un señor mayor, que va donde va Vicente, con la gente, me he comprado cinco camisetas nuevas, con la serigrafia de OBÚS y su último disco “¡Con un par!” Muy baratitas y ecológicas, que me llegaron en unos pocos días, y aunque no creo que me duren como la de AC/DC, por lo menos puedo estrenar ropa muy a menudo.
Angelito´S
