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MIS GUERRAS I “LOLAILOS”

Ya sabéis, soy un señor mayor, con cosas de señor mayor. Abro este nuevo apartado para exponer mis guerras personales, no tengo ningún ánimo político ni reivindicativo, ni siquiera lo que expongo puede tener la razón legal, pero moralmente me siento indefenso ante una serie de actos ciudadanos. Y como tengo derecho a la pataleta y no quiero gastarme dinero en un psicólogo, ni darle la “brasa” a un amigo. Pues aprovecho el medio para dar fe de estos acontecimientos y descargar mi conciencia.

Reza el refrán popular: que para gustos colores. Y en esto de la música a cada uno nos toca la fibra un ritmo o todos según el tiempo y las ganas.

A lo que voy, en mi época se estilaba mucho un tipo de individuo, que radio casete al hombro iba con la música a todas partes. Estos aparatos podían pesar muy bien sus diez kilos, grandes de dimensiones y con mucha potencia. Cinta puesta a todo volumen, se escuchaba venir al personaje a kilómetros a la redonda, como si fuera bocinero pueblo. Normalmente estos tipos, aparte de quedar sordos, se gastaban brazos de butanero, pues la carga de peso a lo largo del día hace lo suyo.

Se les denominaba popularmente de “lolailos”, y en mi caso les huía como a la peste. Y no porque la música que llevaban, pachanga y fandangueo, normalmente, no me atrajera especialmente, sino por la contaminación acústica que producían. Ello me obligaba a hablar a gritos con las personas cercanas como si estuviera voceando mis productos en un mercadillo local.

Como todas las modas la creí extinguida con el tiempo. Y he llegado a pensar que estas personas, aparte de ir al otorrino, supongo que llevan sonotones o trompetillas para escucharse.

Cuál es mi desilusión, cuando he podido comprobar, que estas modas se reciclan, se adaptan y sobreviven. Y me encuentro a un nuevo tipo de “lolailo”. Estos han evolucionado bastante. Pues utilizan sus vehículos de combustión para desplazarse. Ventanillas abiertas en cualquier estación y música a todo volumen, para que lo escuchemos todos los ciudadanos.

Estas “discomóvil”, pecan de todos los males, porque no requieren ningún esfuerzo, por lo que desplazarse no es ningún problema, y ni siquiera en mitad de la sierra por camino rural te escapas de ellos. Y a la anteriormente citada contaminación acústica hay que añadirle la contaminación de humos que producen sus vehículos.

Y en cuanto al gusto de la música he de reconocer que no han variado a lo largo de todos estos años. Siguen con su fandangueo y pachangas, muy apreciadas en su entorno local, y más si lo importante no es el ritmo o calidad musical sino el volumen del mismo.

Lo que me recuerda cuando cantaba himnos en la iglesia, que lo importante no era seguir la música, sino que se escuchara en el cielo y más allá, grito en boca y sin un mero sentido de armonía.

Y ya el colmo, que es por lo que he decidido crear este “post”, voy andando camino a casa como todas las noches. Y que me encuentro…

Al gran “lolailo”, bicicleta eléctrica, IPod a la cadera, música a todo volumen:

Quiero contarte de algún modo

lo que en la playa me pasó era muy blanca, era muy bella y sobre mi hombro se posó…

Paloma Blanca

Georgie Dann


Y como soy un señor mayor, aquí y ahora quiero dar mi “dislike”, dedito abajo, a todo este grupo de personas, que no aprecian ni la música ni su sentido, y que por objetivo solo quieren bombardearnos con sus gustos personales sin tener en cuenta a los demás. Mas propio de ciudadanos infantiles que quieren hacerse notar, que de personas adultas que quieran convivir con el resto del personal.

Angelito´S



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