Ya sabéis, soy un señor mayor, con cosas de señor mayor. He descubierto que la edad no perdona y creo que voy a jubilarme de los juegos de acción en primera persona, Shooter para entendernos.
Yo fui de los pioneros en jugar al ordenador, de hecho, antes de que pensara en este aparato como algo práctico para hacer trabajos, lo utilicé como instrumento de juego. Y aunque en mi época, se utilizaban las cartas, los juegos de tablero, los dados y otras formas de ocio al aire libre. Yo siempre me decante por estos aparatos morbosos, claramente defectuosos y poco agradecidos. Así desde los juegos con el primer Commodore 64, pasando por los primeros PC, con IBM a la cabeza. Yo siempre los he utilizado para mi ocio. Juegos como el Príncipe de Persia, Comecocos, el juego de disparar a burbujas y, por supuesto, todos los Sonic y Mario.
Nunca fui profesional, un “pro” de los de ahora, pero sí me defendía, y de normal me pasaba todas las pantallas. Después me adapté a los juegos en primera persona en red, juegos que sobre todo requieren destreza, y en el PC vienen de emulaciones de consolas, Counter Strike, Call of Duty y los más modernos en boga World of tanks, Warships, Warplanes, etc. En todos ellos juego, gano y pierdo, pero sigo en la brecha al grito de la legión extranjera francesa, viva la muerte.
En estos juegos se premia, la veteranía, y cuanto más juegas más mejoras consigues, dando por sentado que con estas mejoras tienes más posibilidades de supervivencia. Por supuesto puedes entrar en rankeds, o categorías de valoración de jugadores, que suman puntos de victorias y alcanzar un top ten, o entrar entre los mejores diez jugadores de tu categoría. Pero como la empresa tiene que ganar dinero, si inviertes tus euros en mejoras siempre puedes estar a la última. Esto hace que a los que nos gusta jugar siempre andemos en desventaja con aquellos que solo les gusta ganar y sus papás tienen tarjetas visa.
Esto es como cuando juegas al mus y te apuestas la invitación en el bar. Si ganas vacilas al contrincante, y aspiras a mejor jugador con más invitaciones pagadas en el local. Claro que, en estos juegos, los piques son muy reales, las personas se enfadan al perder, abundan los abucheos, insultos y todo tipo de menosprecios. Por eso opté a jugar sin sonido. Escuchar el juego sí, pero sin hablar, ni escuchar a los contrincantes. Pero no quita que en el chat del juego te insulten, y para evitar baneos, expulsión o cancelación a sus cuentas, lo hacen con todo tipo acrónimos en inglés, español y demás idiomas del mundo mundial, HDP, PDC, etc. Algunas veces se lo trabajan con halagos contrafácticos, “eres un Einstein”, o ese memorable de preguntarte si ¿eres manco?, porque no das pie con bola. O hacerte alguna negación irónica del tipo, muchacho no te pareces al Messi del juego. O experimentar insultos con cambios de letras como hijo de fruta. O ese que me dijeron hace poco, "no voy a decir que todas las personas mayores que no pueden dominar la tecnología deben ser azotadas en público, pero si hiciéramos un ejemplo de uno o dos, podría dar a los demás un incentivo para esforzarse más", este último sacado de la serie televisiva, “big bang theory”.
En fin, todo un modelo de deportividad, y ser un buen jugador tanto ganando como perdiendo. La gota que colmó el vaso, es que me utilizaron como bulto para que me mataran y así descubrir donde están los contrincantes. No solo es antideportivo sino muy exasperante. Decidí dejar el juego, chateé eso de: me voy a cenar que mi mama me llama. Abandoné perdiendo el orgullo y la escasa dignidad que me quedaba.
Y como soy un señor mayor, que se ha criado conociendo sus limitaciones, he decidido jubilarme, sabiendo que a cada cerdo le toca su San Martín. Me consuelo pensando que todos esos niñatos “pro”, algún día tendrán mi edad y sufrirán de escasez de reflejos y de microgestión. Y por si acaso, siempre me queda la maldición gitana, mal dolor te dé “masterCS999”, que cojas parkinson y no puedas ni mover los dedos de los pies.
Angelito´S
